BALMAIN PRESENTA SU COLECCIÓN DE ALTA COSTURA EN UN BARCO SOBRE EL RÍO SENA

La nueva normalidad en la moda promete ser tan espectacular como la antigua.

La incertidumbre por el futuro de las pasarelas de moda se ha vuelto inevitable. La evolución del evento por excelencia de la industria de la moda, la expresión pura del diseñador y su equipo creativo, está adivinándose poco a poco según avanza la nueva normalidad.

En el momento del confinamiento más estricto se llegó a hablar de la desaparición de los desfiles, pero como ya avanzó el periodista Tim Blanks, “los rumores de esta muerte son claramente exagerados” pues en el camino por encontrar la forma de aportar una experiencia en la que el estímulo emocional no se pierda por completo “veremos una ola de simulacros digitales”. Virginie Viard fue la primera en hacerlo con Chanel para su colección crucero 2021 el mes pasado.

Ayer, 5 de julio, fue Balmain quien nos hizo soñar de nuevo. La firma francesa se apoderó del río Sena, el corazón de París, desafiando las restricciones (sin romperlas) cruzando la barrera de lo convencional e incluso la creatividad digital. Con una colección que coincide con el 75º aniversario de la firma, Olivier Rousteing, el actual director creativo, realizó un homenaje al fundador de la casa, Pierre Balmain, y a sus predecesores (Erik Mortensen y Oscar de la Renta) al presentar algunas de sus piezas de alta costura más emblemáticas junto a algunas de sus propias ‘oeuvres’.

 

Todo comenzó con una coreografía dirigida por el gran Jean-Charles, realizada en cubierta y en tierra, al ritmo de I’m only human de Rag’n’Bone Man, una canción que más que una melodía con un ritmo que invita a bailar, se identifica con el mensaje que el creativo buscaba compartir.

Yseult, la cantante francesa, quien vestía un mono blanco en su totalidad y su grandiosa voz en vivo, acompañó al grupo de modelos en el #BalmainSurSeine mientras paseaban en el barco durante la hora mágica, posando sobre un suelo espejado que contrastaba con cada uno de los trajes.

La primera parte fue un viaje al pasado, con una serie de vestidos largos que nos hundieron en una corriente de nostalgia. Desde el traje de noche de terciopelo de seda negro con aplicaciones de seda blanca de la colección de otoño/invierno 2000 por Oscar de la Renta, el vestido de tafetán color lila con un moño grande que adornaba la parte trasera diseñado por Erik Mortensen, hasta el bustier drapeado en tul con falda amplia en varios tonos de café, diseñado por Pierre Balmain para la colección de verano en 1946.

Después, un display de creaciones exclusivas de Olivier iluminó la embarcación. 12 vestidos deslumbrantes con las aplicaciones de cristales, brillantes, metales y perlas, y finalmente, una serie de looks en blanco y negro como parte de la nueva colección.

Atrás ha quedado el codiciado front row. En un principio se esperaba que el desfile se retransmitiera en vivo por la nueva plataforma de moda, TikTok, pero finalmente no sucedió así. Fue el director creativo a través de Vogue Runway quien presentó los detalles del evento. Mientras, decenas de parisinos se reunieron en los puentes para presenciar el momento. La experimentación por encontrar la forma de vivir la ceremonia más sagrada en la moda continúa.

Fuente: Vanity Fair